domingo, 8 de septiembre de 2019

Capítulo 6: Pietro Crespi

Querido Pietro

He de admitir que es muy extraño escribir esta carta, más extraño es saber que te fuiste de repente debido a los caprichos de una chiquilla que no sabía controlar sus emociones. Que más bien supo manipularte a ti, para verte sufrir.

Todos en Italia estábamos felices con las noticias de tu boda, aún si tu primer compromiso fue un fracaso, creímos firmemente que el segundo se llevaría a cabo en tiempo y forma después de que atormentaran tus nervios de sobremanera. Te la pasabas haciendo regalos para ella, cantabas de forma tan bella y hablabas hasta los codos de su dulzura y su inevitable bondad.

Bondad que, me queda claro, no tenía, pues te dejó a la suerte dándote respuestas vagas, sólo para que al final no aceptara el compromiso y te dejara a la deriva, con un dolor que experimentabas por segunda vez. Su madre no sabía dónde meter la cabeza debido a la vergüenza e incluso entre tanta pena buscó consuelo en un marido que ya se había fusionado con un tronco de castaño.

Pobre, pobre Amaranta.
Pobre Úrsula también.
Pero sobretodo, pobre de ti, Pietro.

Tu dolor se manifestaba en llantos incontrolables, así como lamentos que llenaban las calles y hacían que los demás sintieran el pesar de tu roto corazón. Tu hermano me lo ha contado todo, desde cómo te encontró aquella mañana, hasta lo que pasó después con Amaranta. Oí que sigue usando esa venda color negro, aunque para mi es más símbolo de ironía que de pena.

También escuché que Arcadio Buendía te ha rendido un pequeño homenaje. Pobre hombre también, después de todo el terror que sembró en Macondo fue fusilado a los ojos de su hermana Rebeca. Sé por historias que no era un mal hombre en un principio, sus acciones se centraban, creo yo, en el miedo que cargaba desde hacía muchos años y no sabía cómo sacarlo de su alma. Aún no sabemos si el bebé que tendrá su mujer será niño o niña.

Oh, Pietro, de lo que te has perdido. Si tan solo no hubieras llegado a Macondo con esa piano la, si tan solo no te hubieras enamorado de las mujeres de la casa Buendía…

Tu recuerdo sigue aquí, en forma de olor a lavanda. Espero que en otra vida sí encuentres la felicidad que mereces.

Atentamente, Mariana.

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